Mi alma navega a la deriva
en un mar de incertidumbre,
sorteando tormentas,
golpeada por los dardos hirientes
de una maldición que lo llaman destino.
Mi alma está herida
se desangra lentamente,
la espada del olvido
traspasa su costado,
ronda la muerte cerca.
Cuando todo esté consumado,
quedaraán junto al cadáver,
el recuerdo, el silencio y la penumbra.
Eugenio Sánchez Bacilio (Perú)