Veo a cientos, mil gorriones
que se empinan en tu chepa,
sin motivo, que se sepa,
defecando sus razones.
En molestas situaciones
se mofan de ti y tu orgullo
presumen de hacer barullo,
y allí exhiben sus pendones
entonando sus canciones
que suenan a Perogrullo.
A ti vienen a turbar,
a ti, que duermes la siesta,
con su fanfarria siniestra
la tabarra quieren dar.
Y no te dejan soñar
pues con sus ruidos desvelan,
ya que obsesos son y apelan
a que suyo es el solar.
Que no quieren molestar
aunque molestarte suelan.
Y aun cuando sepan te duelan
vuelven a revolotear
y en tí vuelven a soltar
excrementos aunque huelan.
Ni lágrimas les consuelan
que su exceso es tan voraz
que, aunque exentos de maldad,
insumisos se revelan,
más allá no van, no vuelan,
la frontera es su ciudad.
Y apelan así a su historia,
su idioma, su identidad,
no importa si es la verdad
que minutos son de gloria.
Un aparte en la memoria,
que ahora quieren olvidar,
que fueron tu valladar
y también fue su victoria.
Prefieren antes la gloria
de un posible lupanar.
©donaciano bueno