En la solitaria playa del olvido
seca la brisa viejas lágrimas
de unas nuevas mejillas
que comparto ahora contigo.
Nuevas y sanas como el azul
del cielo impoluto y limpio.
Sanas y fuertes como el viento
que golpea lo absoluto.
¡Qué fresca está el agua, mi Sirena!
El mar nos ofrece tanta belleza...
¡Ven conmigo!, ¡Ven al agua!
Nos espera impaciente el agua fresca.
Tus ojos y tu rostro clarean el agua.
Tu ausencia, la mar espesa.
¡Ven Sirena!, ¡Ven a nadar conmigo
hasta que nos aguanten los brazos y las piernas!
Ese precioso pelo húmedo y largo
que pende de la más hermosa cabeza.
¡Ven Sirena!, ¡Ven a nadar conmigo
hasta que no alcancemos a ver la tierra!