Primero fui la aguja de diamante
que acariciaba tus surcos más profundos
que besaba el vinilo de tus labios
en una danza de música y de fuego.
Más tarde fuimos cabezal y cinta
que se rozan y apenas si se tocan
regrabando matices y armonías
en el carrete perpetuo de la vida.
Pero ahora, apenas, soy un láser
que ni roza ni besa ni acaricia
y tú un frígido y digital compacto
que ni se enrolla ni raya ni respira.
Un concierto borrado en tu memoria,
una película añeja entre tus cintas,
un laser-disc caduco y olvidado,
un video clip que evoca una sonrisa,
un poemario perdido entre tus libros,
un microsurco rayado en tus basuras.