Eres la estupenda realidad del amor en flor. He seducido a las palabras para que ellas solo me hablen de ti. Las adiestré con el sortilegio de un látigo imaginario, se hicieron cómplices en la apasionante tarea de escribirte las más lindas estrofas de esta pasión con visos de locura. Fueron regimiento inexpugnable en la búsqueda de la eterna historia de amor. Tesoro que persiguieron los corazones sedientos de una caricia tuya. El arcoíris atemperó en tus labios codiciados. Nacieron grandes ramilletes en el jardín de tu boca. De tus cabellos colgaron orquídeas amarillas con nardos y azucenas; una flor conquistada por otra flor en forma de rosa purpura, con la letra de mi corazón llamándote amor a cada instante. ¡Párrafos con la sangre del alma espaciada en la pluma que escribe los versos más hermosos… ¡ Frases perfumadas elevadas hasta tu templo. El incienso de tu aliento lo impregna todo, el mundo se llena de tu presencia en mi vida. Todo lo que siento por ti se derrama como cántaros inquebrantables. Los colores crean maravillas con tu belleza. ¡Oh, pínceles benedictus, inmortalizad la figura de mi diosa, has que los matices irradien con la preeminencia de sus destellos… ¡El embrujo de tu encanto es un faro que alumbra el camino de los espejos. Huellas de besos inolvidables; pasiones desbordantes que han servido de gentil auspicio del corazón. En medio del silencio escucho tu voz, melodía de terciopelo que seduce hasta el infinito. Es como el desprender de un coro de ángeles; que sembraron de dulzura tus susurros. El amor se desliza por la humedad. Tomó la llave del cerrojo para liberar a tus ojos prisioneros, fue derribando los barrotes para que la esencia de tu ser se asomara al balcón. Pude verte sin ataduras que impidieran la plenitud de soñarte hasta que muera. Mi alma se llenó de ti, se entregó con la furia de un mar que rompe los acantilados, te dibujarte en la arena profunda; tu cuerpo exhibido en aquella planicie a los pies de los fortines de piedra. Caracoles de lomo gris frente a tus protuberancias. Las olas te recorren con suavidad, mientras duermes bajo el manto de las estrellas. Mi amor se llena de tu plenitud; se asemeja al ancho océano que mira desde su santuario azul…