Si supieras cuanto te necesito
y cuanto espero tu regreso...
pues extraño tu aliento.
Esa esencia que me hacía sentir feliz,
pues nunca me exigiste nada;
eso me hace amarte.
Tampoco me pediste,
pero te he perdido...
y estoy en la cuerda floja.
¡Y no te puedo olvidar!
Pues te veo por todas partes
escucho tu voz en donde quiera.
Y en el cielo...
se forma tu rostro con una sonrisa;
solo enséñame a olvidarte.
Enséñame a no tenerte presente
cada que cierro los ojos,
a no pensarte más.
Pues en ti queda,
todo el perdón
pues eres una santa.
La que sabe perdonar todo,
la que pone su hombro para recargarme,
la que se acerca para abrazarme.
Y decirme que todo estará bien...
y ahora estoy solo,
aquí de pie;
esperando tu regreso.
Disgustando del más amargo café para no dormir...
y despertar llorando;
¡más no soporto esta situación!
Llévame muy lejos,
que los dos tengamos tiempo para todo,
ya que tú eres la que puede detener el tiempo.
Pues yo sé que tú puedes,
y déjame abrazarte...
y jamás soltarte.
Porque eres una santa.