Diógenes Díaz Torres

LA VEJEZ PUEDE ESPERAR

Con el corazón comprometido
su mente libre y las manos ocupadas
se sentía de Dios un consentido
por no hacerle falta de nada

En la tranquilidad del conforme
con la seguridad de lo conocido
eran sus días y noches uniformes
hasta que lo reactivó Cupido

Fue el epicentro de una sacudida
todo su mundo se puso al revés
cuando una mujer irrumpió en su vida
estableciendo un antes y un después


Soy tuya, le escribió en la arena
luego hizo del agua su vestido
el hombre sucumbe ante la sirena
sacia su sed en el pozo prohibido

Ya con los botones encendidos
su imaginación no para de volar,
entendió que no todo lo había vivido
y que la vejez, puede esperar.