Los náufragos no tienen quien les llore
Es la noche,
en su crepúsculo de
tinieblas
el barco sigue allí.
Obnubilados por
la desgracia todos padecen
un tacto entre arena y muslos fríos.
La gente no lo cree, si
desaparecerán los besos y
las risas apretadas, o los
minutos en gestos
de
una madre viuda.
Caen todos ellos, uno
muere y, otros como hienas
circulan soberbios e indomables.
Tomen su remo y
llévenlo lejos, el hambre mata por
nombre, por ceja, con una
boca seca entre dientes.
Está el cielo que parece guía y no,
llueve sobre mojado.
Crees que llorar es todo y no,
tus lágrimas son nada en el mar.
Las
hojas resecas de
palmeras advierten
el sexo dormido y un crepitar de ojos
extasiados, casi
que llegan a abrigarse
pues
no hay manto de lana, solo
el olor que pudre y
una estrella
si es que brilla.
No sabemos si es
que partirán
(todavía no lo
sabemos), si navegarán
albedríos recurrentes, o
bostezos imberbes, o
sollozos de un hermano
que se atraganta
con la pena ahogada, en
una isla
que nadie puede ver.
\'\'Quejumbrosa inquietud, dame algo
de beber, se
que la más puta no eres\'\'.
Y no lo sabe,
lo triste es eso.