Quién sabe por qué
A veces escribo
Algo que es bonito,
Prolijo y coqueto,
Puntillas, alfabeto,
Colores y ramas
Floridas y dulces
De árboles claros
Flojos e imponentes,
Ríos relucientes,
Lluvias a torrentes,
Cascadas, vertientes.
Quién sabe por qué
A veces te escribo
Cosas que parecen
Besarse, abrazarse,
Y que se convierten
En cantos de amores,
Sueños y esperanza.
Quién sabe por qué
Cuando tengo ganas
Escribo poemas
Cortos y dulzones,
Jugosos, redondos,
Sabrosos, completos,
Y me los admiro,
Una vez, dos veces,
Tres veces y cien.
Y me los repito
Una vez, dos veces,
Tres veces y mil,
Queriendo encontrar
En ellos tus ojos,
Tu boca, tu panza,
Tus cosas sabrosas,
Tus caricias suaves
De manos calientes,
Tu cuello y tu nalga,
Tu espina dorsal,
Tu boca tan tibia,
Tu pelo muy corto,
Tu nuca estudiosa,
Tus orejas flojas
Que acusan recibo
En cuanto me acerco
Delante tu cara
Buscando algún lío.
Quién sabe por qué
Otra veces versos
Salen de mi musa
Llorando arrugados,
Todos retorcidos,
Cayéndose al suelo
Sin paz ni esperanza.
Quién sabe por qué
En esos momentos
Son versos tristones,
Sin credo y sin paz.
Quién sabe por qué
Es tan complicada
La vida que llevo.
Quisiera tenerla
Sin trabas ni miedos,
Sin fuego ni brillo,
Solamente chata,
Pesada y doliente,
Aburrida a muerte,
Viviendo en la casa,
Sin mayor tormento,
Hijos y comida,
Compras y cortinas,
El cielo y el piso
Y algún paraíso
Perdido en la escoba,
El plumero, el cepillo
De dientes, el olor
A comida, la heladera llena
Que obliga al hastío
Y al comer sin freno.
Tu voz en el aire,
Tu cuerpo cansino,
Triste y apretado
Quiere dividirse,
Correr y largarse
Casi sin parar
Hasta el fin del mundo
Buscando encontrar
El alivio humano
En la compañía,
En la indiferencia
Y en la obligación,
Mientras que yo siento
El frío en mis huesos,
Quedándome sola,
Gritando a los vientos
Tu nombre que queda
En todo mi ser.