Murcia, mi tierra querida,
caíste en manos perversas,
quedaste sola y hundida
motivo de falsas promesas.
El pueblo calla y observa
como el corrupto se lucra,
la mierda ya les abulta
y el mando aún lo conservan.
Cobardes somos, murcianos,
pues, nuestra tierra nos necesita.
Tanto maestro como huertano,
¡revolución!, en las calles, grita.