Me he quemado en el altar de tu ojos. Sublime mujer de belleza indescriptible que me hace quererte hasta mis cenizas. Como fuego sagrado mi alma se llenó de la ardiente caricia de tu presencia en las entrañas. He desafiado al abismo mordiente del silencio, cavilo mientras la soledad escribe en los pergaminos de la lejanía; rostros de palabras que te detallan con perfume de sándalo; mientras el amor danza bajo la sombra de esta pasión que siento por ti. y en cada renacer te haces mucho más bella. El fulgor te viste con atuendo de duraznos, con rizos que peinas en el espejo del río. Oh, dulce princesa de primigenios colores, Has renaced la vorágine de tu mundo en mis ojos, desgarra la gruesa estela que nos aleja. Tu hermosura sigue marcando los pasos, sutiles caricias que se hunden en la espesura de un mundo que construí para ti. La brisa acaricia todo mi ser, llegas con ella para seguir llenándome de tu embrujo; querido amor en el altar de mi muñeca adorada...