Los ojos; tus ojos negros rasgados,
que en mi alma se posaron,
sacaron de mí la pena,
la vida me reanimaron.
Tu boca mujer; tormento de mi avaricia,
manjar para mis sentidos,
cúlmen de la hermosura concebida,
fuente de delícias sin fin,
sacia mi sed con la húmeda textura de tus labios.
Tus manos; sutíl piel que me acaricia,
alas de fino plumaje
que enérva mi cuerpo,
que me eleva sobre el cielo,
y el cielo eres tú, mi amor.
Tu cuerpo; volcán de candente lava,
erupción de sensaciones,
calor que abrasa mi espíritu,
perfección que engrandece mi locura,
éxtasis que todo lo relaja
y acomoda a su inquietud.
Las noches; las noches contigo,
son edén de pasiones,
vida de cuerpos enlazados,
fuego candente en la sangre,
agotamiento de placer
elaborado junto a tí,
en tí mi amor, en tu interior.
El día; la risa, tu compañera más asidua,
esparce su luz en el entorno de tu cuerpo
y todo lo invade de alegría.
Todo en tí, me habla de belleza.
Todo en tí, me probóca ansias de vivir.
Todo en tí, me llena de ilusión y me deslúmbra.
¿Será porque tanto te amo?
21,15h 12-4-2012
Isidoro Pavón Mariblanca