Acaríciame, abrázame, muérdeme, quémame.
Haz conmigo lo que se antoje
Porque hoy soy tuyo.
Te pertenezco a ti, al silencio, a las sombras, a la cama compartida.
Desháceme, quiébrame, viérteme.
Y vuélveme a formar en tu mirada
Volver a nacer en tu pecho es lo que ansío.
Átame, castígame, desgráname, arráncame un beso.
Libera mi cuerpo de esta ropa asfixiante.
Desata tu pelo, desnuda tu cuerpo y da rienda suelta a tu deseo.
Olvídate de todo, de todos.
De las hojas del otoño dominadas por el viento
De la nieve gélida o del calor pungente del verano.
Olvídate del aire… ¡respírame!
Olvídate del tiempo… ¡atiéndemeǃ
Olvídate del hombre… ¡ámameǃ
Satisface tu sed, bebe de mi fuente.
Deja que mi vigor te llene, que mi pasión te devore, que mi boca te explore, que tu vientre me admita.
Siénteme.
Siénteme frente a ti, dentro de ti, encima de ti, detrás de ti. Rodéate de mí.
Ansíame,
Publica mi nombre al aire
—gemido, gritado a grandes voces o susurrado delicadamente en la penumbra.
Agótame, acógeme, acompáñame.
Aún después que el agua del pozo se haya secado
Y hayas saciado tu sed con mis caricias.
Toca mi cara entre las sombras, roza mis labios.
Desliza tu cabeza sobre la almohada y duerme.
Mañana te amaré con más locura.
Descansa mientras yo vigilo tu sueño.