De tu lágrima auricular me escondo
y, desde ahí revelo todo orgullo
guardado en mis jirones, y soy tuyo,
de ti, del palpitar y beso hondo.
De ti nacen las aves más excelsas,
las ventiscas más fuertes, los soles
en tu voz resplandecen cual bemoles
y eres paz, esmeralda de las relsas.
Yo, que soy taciturno más que antes
por la desolación ¡ay! que regresa
y péndula ella, me alborea y besa
orgullosa. Y por eso espero cantes.
Y que la fuerza de tu voz que emana
piélagos, sea el paladín, ¡gitana!
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David John Morales Arriola