Allí abajo están en este instante
mis dos mocosos queridos
jugando a ganar pueril batalla.
Cada uno se resiste a ceder al oponente
la mínima concesión de luchadores.
Afuera pronto estarán de aquí a mañana,
cuando sus ilusiones se las trague la rutina,
cuando no puedan cumplir con los proyectos
que un sistema social les ha negado,
luchando a no perder las esperanzas
de clausurar sus largos calendarios,
con al menos las huellas en sus sueños
de haber sido alguna vez los triunfadores
de grandes lides en imaginarios escenarios.