Al final elegiste aquella que tenía el cabello más largo,
los besos más tiernos,
las medias negras,
y los tacones de aguja, que le hacían daño a tu corazón.
No tienes un viernes bueno,
ni un fin de semana de descanso
y el lunes es el día de los cristales rotos.
Sabias que ella quería adrenalina,
cama sin sueño y sexo de compañía
y te hablaría de tonterías,
mientras tú te fijabas solo
en las tetas apoyadas en la mesa,
no me gustan las mujeres que tienen escaparate en la Gran Vía,
y si aquellas que hablan de cuestiones de melancolía.
En el después de los finales, te lo dije,
tú nunca eliges.