El ascensor, como un ser desesperado
recorre su hueco
el mundo que conoce
espiando en cada agujero
buscando en la angustiosa
ausencia de cada nivel.
El zumbido rumoroso de su paso
en armonía con el silencio
se pauta con los chasquidos de los relés.
Por fin, en vertiginoso descuelgue
se dirige al bajo...
un breve silencio
las puertas laten, palpitan
se golpean, en sucesivos cierres.
El largo silencio me abruma
nuevamente, el rumor sube
como una inevitable sensación
por mi cuello asciende un dolor que oprime.
El ascensor, se detiene en mi nivel
se para
sin su rumor, el silencio se espesa
cargando mis hombros
no resisto más y voy a la puerta
abro y no encuentro a nadie.
Regreso a mi lugar
y por detrás
el ascensor zumba aburrido
hacia el último piso.