Una brisa de jazmines,
en tu pelo se recrea,
y dos claveles rosados
en las mejillas te besan;
en el ceibo de tus labios
te sonríen las estrellas,
mientras rosas encarnadas
coronan como diademas,
la entrada del paraíso,
en sus dos cumbres perfectas.
Abren corola a tu paso
crisantemos y azucenas;
te acarician los tobillos
collares de madreselvas,
y una alfombra de amapolas
tapiza todas tus huellas.
Llega un sendero de lirios
enredados en tus piernas,
hasta el jardín del edén
por travesías secretas;
y en un bosque perfumado
de azahares y gardenias,
empapada de rocío
se abre la orquídea más bella...
La que ahoga en su fragancia,
mis sueños cuando la sueñan.