María

APARIENCIAS

 

Tu altanera cabeza con grietas y rupturas es un mero escondite de miedos azorados por la vida que te acorrala. Tu espíritu bullente no perdona, y tu boca ladra sin parar, señalando, como una veleta nuestras debilidades. Regocijándote evitás el espejo. Te perdiste. Ya ninguna de nosotras quiere compartir con vos. Anclada en esa necedad de nena consentida seguís apuntando con ese dedo que no cesa su labor con sentencias lapidarias. Y sé que a solas sentís que ya no podés ni con vos. Pero la señorial omnipotencia nunca se confiesa ni pide ayuda.