Revolicant
Flores muertas
Repleta de rasguños, destartalada,
la mente desfallece henchida de negrura
que deglute impávida toda felicidad posible
y escupe a sus propios ojos la hez que sobra.
Rota por mil sitios, el alma, si es que hubiese,
dispara febril y ciega odios absurdos a los viandantes
sin notar que esos cristales que le desgarran los pies
son retazos del espejo en que un día se miraba.
Y mientras el corazón sigue con esa búsqueda
de una excusa para otro latido estúpido,
sabiendo que todo es tiempo perdido
esperando de la más certera de las nadas.