No dejes de mirar al horizonte,
solamente eso, me decía,
si las cabras tiran para el monte,
en el monte nace mi poesía.
Y allí estaba, desolado pase el día,
tan joven de lírica esclavo
en sombra de árbol sentado
vi que un pájaro me sonreía.
Como ilustre vela de barco
de noble cañamo, me sentía,
impulsado y dirigido por el viento.
Confiado en llegar a buen puerto
y escapar del inmenso charco
en el que algún día me ahogaría.