Te he dicho en secretos todo lo que he soñado,
y en silencio, tus ojos, conmigo se han confabulado.
Yo era como un velero sin viento o una boya sin anclaje.
Sin un lugar existía, para no dejar de existir.
Resignado simplemente a retarme cada día
a seguir con la calma agonía.
En mis sueños cada nube gris solo llovía
desesperada a regar la vida ajena.
El viento no soplaba;
La vela era sólo una triste vela.
Pero llega a cada calma la tormenta
a llenar de relámpagos los ojos,
a volver rodantes las piedras y
mojar lo que no suele mojarse.
Te he dicho en secretos lo que he soñado,
como si entendieras ese lenguaje
mágico y taciturno de mis manos.
¡La tragedia grita ahora de miedo,
de espanto! y corre revolcándome
intentando no perderme de paso.
La tristeza se disfraza de caras y sonrisas
diferentes a la tuya para seducir
mi tiempo y ocupar mis espacios.
De diferentes humos salen los quejidos
de un pasado que se quema en tu fuego
y arde de nuevo la pasión en mí: La vida
que se vuelve poesía y brota en cada verso.
La palabra sin ecos pero con alas y sueños;
La pícara sonrisa de los solitarios recuerdos
que llegan a elevarme a tus memorias.
Lejos donde mis manos no alcanzan
pero mis palabras brotan ¡Lejos! que llegue
el verso del estudiante, la palabra del
ingeniero. El amor del poeta.
Lejos en otra orilla de un mismo río
entre antenas se tambalean los mensajes.
Y yo viendo todas estas cosas, soy sólo
un metal maleable y tú…
Tú eres el viento que impulsa mis sueños,
el viento del huracán más salvaje.