Pepe Pnca

90. RELATO

90. RELATO

 

 

TE OBSERVO EN SILENCIO

 

 

Llegas, acercas la revista de la mesa de centro y te sientas a leer, luego de cinco minutos tomas un cigarrillo y lo paseas por tus manos, sin encender.

Gente va y viene, todos hablan, están felices de viajar a esos distintos sitios con los que sueñan a diario.

El momento se torna idóneo para tomarte de la mano y decirte cuanto te amo, para decirte que tus ojos, tus manos y tus labios son perfectos para mi, que tu pelo junto a tu cintura se unen en una sola forma para hacer de ti la mujer mas interesante y deseable del mundo.

Me gustan tus gestos cuando lees, me gusta el movimiento de tus labios cuando apenas susurras repitiendo eso que hay impreso en las hojas que pasan y pasan sin cesar.

Hablo al mesero y le pido que te lleve un trago junto a una de las rosas que tengo en mi mano. Son 12 en total, pero esperaré a entregarte en persona las otras 11. Sueño desde siempre con ese momento.

Terminas de leer la revista, la cierras y enciendes el cigarrillo, te levantas y miras hacia el horizonte en la ventana como intentando buscar a alguien valiente que te diga lo hermosa y especial que eres cada día de la vida, de su vida.

El mesero se acerca a ti, te entrega la copa y te dice que el hombre que esta sentado allí con las flores en sus manos es el que te envía el trago y la rosa.

Volteas a mirar, siento tu mirada recorrer todo lo que soy. Siento un escalofrío intenso en ese momento y creo que pierdo la voz y el aliento. Es tan dulce y reconfortante el recibir tu mirada, tu atención...

Pero... Cuando pensaba que me sonreirías y me harías un guiño como agradecimiento por ello, diste un paso, otro y otro mas... Te acercabas a mi, tan suave y cadenciosamente que no pude pensar en mas que desaparecer.

Me miraste a los ojos, me agradeciste el trago y me pediste que te entregara las otras 11 rosas.

Me preguntaste por que, después de tanto tiempo de saber que te observaba, te expresaba mis sentimientos.

¡Pero, si yo nunca te he dicho nada! No comprendía ni una sola palabra. ¿Yo había dicho algo? Por mas que me esforzaba, en verdad que no lograba recordar.

Me detuve en sus ojos brillantes y en sus labios carmesí, en las curvas de su exquisito cuerpo, me detuve en sus bellos senos y su profundo escote, me detuve en sus pensamientos, me detuve en sus palabras que ahora salían de su boca a pocos centímetros de la mía y que decían: \"No digas nada más. Guarda tus palabras, tus actos han dicho mas de ti que cualquier otra cosa. He visto cómo me observas todos los días, sé que siempre llegas primero que yo y le encargas al mesero que guarde siempre un puesto para mí en el mejor lugar, sé que siempre buscas la mejor revista para cuando llegue\".

Sus palabras me dejaron sin aliento. \"Sé cuanto te gusto, ¿y sabes?, también me gustas,- dijo ella- siempre estuve esperando este momento, que me hablaras en silencio con el rojo intenso de las rosas, del amor y con el sabor cálido y ardiente de un trago como el que me ofreciste hace un momento. Y dime, ¿me puedo sentar acá contigo?