–Navidad, navidad–, decía mi Papá y Mamá preparando la comida para cenar y aquella noche para festejar. Una vez al año nos juntábamos en familia y con amigos para festejar una navidad. Un ocho de Diciembre armábamos el árbol con adornos, con bolas rojas y azules y enredarlo en el con colgantes y luces de colores. En los pies del árbol un pesebre llenos de animales, los 25 de Diciembre el nacimiento de Jesús y los Reyes Magos esperando también para sus días para el 6 de Enero. En Sudamérica, de este lado del hemisferio sur el calor es agobiante, poca ropa encima, los cohetes en los bolsillos y esperar todo aquello que en todo el año no nos daban, esperar que la aguja pequeña llegue al número 12, compartir y chocar copas en reconocimientos de buenos deseos, si Papá Noel venia, esperábamos con ansias algún juguete, las noches eran cortas y con comidas en toda la mesa, recuerdo el mantecol y los confites, hasta el maní tostado y el Champagne.
–Navidad, navidad–, decía yo para jugar con mis hermanos y amigos, esperar lo que espere en un año, tan solo en una noche.
© 2015 Madrid, España.
Letras con arte. Relato breve.