RGV

Lamento de una viuda

Se fue mi alma, aunque sigue aquí, se coló 

en tu viaje entre la maleta y tu puño frío;

arrastrando del pelo nuestros sueños y

sin culpa te alejas.

 

Cuanto daría querido esposo para que la miel

de tus ojos me quedará de recuerdo, 

la usaría de amuleto, todas las noches

tendría en su perfume tu recuerdo.

 

No hay conformidad para mi suplicio que se embriaga 

en un odio ingenuo, por ti que no tienes culpa.

La muerte se ríe de su arrebato

mientras mi días de luto siguen la idea 

de siquiera un fruto tuyo , ¡Ni eso me dejas!

 

No hay verdugo más constante que los recuerdos,

ellos se convierten en mis lágrimas y surcan las heridas 

de tu abandono.

 

¡Ay amado mío! cuanta rabia en tu partida, esta cólera

me sabe ahogamiento, dime por qué no puedo huir contigo,

pero no muero.