María

CREZCO

 

Bajo el sol anaranjado sello la lápida que entierra las marcas del dolor estéril. Renazco como la mujer que quiero ser. Me conmuevo con los hijos ajenos y me vuelvo niña de ojos con hambre de vistas sagradas. Me emociona la luna, la música y las flores. Crezco a cada vuelta de esquina, cuando encuentro el sendero hacia fantasías ingenuas de mi infancia. Y ya mujer feliz me desvanezco cada noche en mi propio cielo cuidando a la pequeña que fui, cobijada en mi regazo.