RICARDO FELIPE

OCHENTERO

Camisa a rayas, pelo largo,
de sueños tocando guitarra en la playa, sin saber tocarla,
huellas de noche, tonos, puchos,
uno que otro sol en el bolsillo,
y la canción de Mateos, llenándolo de motivo.

Suele encontrarse en la esquinas con los patas del alma,
indagando donde comprar chela barata, pues hay poca plata,
un traguito de licor sin soda, pero tarareando Soda Stereo,
risas, cuentos juveniles, nuevos amores,
y una adolescencia que comienza a tener razones.

Una canción enamorada en un local de luces apagadas,
la chica de labios rosados al fin quiso bailar Knife de Rockwell,
ahora qué le dirá cuando la tenga cerca y no sepa qué hacer,
mientras su mente indaga un verso de Neruda, por si le llueven las dudas.

Ochentero de jeans viejos, zapatillas Nike,
de mirada al viento, pero evocando sentimiento,
regresa a casa con los causitas de siempre contando lo que logró,
con el corazón a mil, pues fue lo que tanto soñó,
así expira la noche limeña entre cánticos de El Tri y lo mejor de G.I.T.
Con la esperanza renovada y la cabeza revoloteada,
esperando que, todavía, no llegue la mañana…

Ricardo Felipe
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