Sé que tu cuerpo es vasallo Del desaliento del hombre Que cuando olas de mar tus caderas Las calles del pueblo salpicas Y no existen ojos sin verde Ni labios que callen o muerdan tu nombre De nada tú, tienes culpa, Por ser tan bella y perfecta, De haber nacido antes incluso Que la propia primavera. Si hasta tu sombra de velo y luces Huele a jazmín y azahares , A deseos y amores prometidos, Con el simple vaivén de tus caderas.