Te miro y no recuerdo,
aquel tierno momento,
en que mis ojos cansados,
al ver los tuyos, extasiado
quedaron sin aliento.
Recuerdo tu mirada tierna,
tu sonrisa de niña traviesa,
no es posible olvidar la manera
en que conquistaste
este corazón de poeta.
Tus cabellos alborotados,
sobre la angelical piel
de tus bellos hombros,
hicieron que lentamente y sin remedio,
la cordura y la razón
abandonaran mi cabeza.
No tuve mas remedio
que de ti enamorarme,
de embriagar mis sentidos
con tu celestial presencia,
nadie jamás podrá culparme,
de haber sucumbido
ante tamaña belleza.
Iré por el mundo cantando
con mi pluma rimando
con mis versos festejando
el momento sublime
cuando con tu mirada firme
hiciste de mi corazón tu esclavo
y de mi alma tu eterno vasallo.