Hoy me ha abducido un agujero blanco;
un torbellino ígneo me levantó hacia el cielo
y me he sentido girar sobre mi mismo
en infinitas espirales cada vez más lejanas.
He visto a ese niño siempre insatisfecho
nadando río arriba y a contracorriente,
dejándose la piel contra las peñas
sin poder alcanzar jamás las fuentes.
Me he visto a mí mismo en busca de mí mismo
tratando de saber quien era y hacia adonde huía,
mirándome al espejo deformado de mis maestros
o en las aguas turbulentas de mis compañeros.
Pero no me reconocía, y levantaba las piedras del camino
por encontrarme y comprenderme
y en cada giro de la espiral cósmica
me preguntaba como una letanía
¿Quién soy yo?, ¿pero quién soy yo?, ¿pero quien soy yo….?
Y me he visto mendigar cariño;
niño adolescente, corazón en llamas.
Me han escupido besos retorcidos
cuando sólo esperaba una caricia limpia,
unos labios donde posar mis labios.
Y me he visto arrastrarme de catre en catre
y de taberna en taberna bebiendo aguardientes
cuando sólo buscaba el agua cristalina
de unos ojos limpios , de una mirada tierna.
Abrazando rosales encendidos
cuando soñaba con el puro candor de una amapola.
Y he mirado hacia el vórtice, cuando ya me perdía
y te he visto llorar trenzándote las manos.
He mirado esos ojos desde siempre añorados
y he sabido que el cielo me esperaba en tus brazos.
Hoy me ha abducido un agujero blanco
que me ha sumido en el túnel del tiempo
y he regresado desnudo y limpio
a fundirme en la luz de tu regazo,
el grial primigenio que llevaba buscando
más allá de mil vidas,
más allá de los tiempos,
más allá del espacio.