Max Hernandez

Cantar del soldado

Con la frente gacha, los pies llenos de ampollas y destrozados
Arrastrando el peso del mundo sobre tus hombros cansados
Vas avanzando entre los matorrales y el fangoso barro negro,
Sin saber si mañana tus ojos verán un amanecer de nuevo.

Cruzada en tu pecho, a la bandolera,
Llevas tu fusil, tu arma, tu fiel compañera.
Sabes que de ella depende tu vida entera,
Por eso la debes mantener siempre a ti cerca.

A tu lado, siempre a tu lado tu compañero,
Quien como tú,  no hace mucho cumplió 17 años,
Apenas ayer, eran unos niños pequeños, 
Y ahora, son ya un par de viejos veteranos.

El sargento tiene 18, y lo llaman viejo.
Los incontables enfrentamientos y las penurias extremas
Han dejado en su gastada alma huellas eternas, 
Y marcas imborrables en su castigado cuerpo.

Pero, el más joven de todos, aunque no el más pequeño,
Es el oficial al mando, que con sus 22 años
Hace un par de semanas, de la escuela militar dejó las aulas,
Y aunque siendo el más viejo por edad, es el más inexperto.

Aún así, debe comandar a este grupo de bravos,
Que, aunque vistiendo botas rotas y con harapos,
Al enemigo dieron los golpes más certeros, 
Y son los pocos que quedan, de los que llegaron primeros.

Parece mentira que fué solo hace unos meses,
Que jugabas a la pelota con los amigos del barrio,
Dabas lata a tus maestros en la escuela,
Y ahora eres un indomable y fiero \"cachaco\".

Viniste a enlistarse siguiendo a tu hermano, 
Quien un mes atrás fué abatido por fuego adversario.
Sin entender siquiera la razón y motivo de todo esto,
Sigues marchando con la tropa en su andar funesto.

Por alguna razón que aún no entiendes,
Solo son los de tu clase social los \"cachacos miserables\"
Hijos de obreros, campesinos, artesanos,  gente pobre,
El ejército por algún motivo no acepta a los niños ricos.

Y es que ellos están acostumbrados al diario alimento
A la cama mullida, la ducha tibia, el buen sustento
Nunca jamás cargarán nada sobre sus espaldas
Que para eso están la servidumbre y las empleadas.

Caminas en silencio, agradeciendo las tinieblas
Que, junto a la vegetación, son tu mejor salvaguarda.
Vigilas atento los pasos del que va a la cabeza,
Sabes que los que marchan atrás guardarán tu espalda.

Quien no haya marchado nunca como soldado en el frente,
Jamás entenderá lo que es ser en la lucha hermanos.
La bravura no se mide por la fuerza o por el tamaño,
Sino por el temple y por el espíritu de los valientes.

Has visto morir a muchos, a enemigos y amigos, ninguno malo.
Para poder vivir, a otros tantos con tus armas has matado.
En el fragor de la batalla nunca sientes
Ni temor, ni dudas, solo actúas al lado de tus hermanos.

La guerra ha terminado.


Regresas a tu casa, estás muy cansado.
La alegría de tener nuevamente en tus brazos
A tus padres, amigos y familiares es opacada
Por la nostalgia de haber dejado en el campo de batalla a muchos como tú, soldados.

El tiempo, cruel e insensible, no pasa en vano,
A duras penas has conseguido un mal trabajo,
De tu guerra ya nadie se acuerda, todos la han olvidado
Incluso oyes que alguien te dice: Eres un asesino, cachaco desgraciado!

Olvidaron que dejaste tu sangre, tu niñez y tu vida
Para defender algo que te dijeron era la patria
Para defender tu familia, tu honor y tu bandera,
Y para expulsar al invasor de tu sagrada tierra.

Un Diploma de Honor, una palmada al hombro es todo lo que te dieron
Y unas palabras: Cuenta con nosotros, no te olvidaremos.
Más bastó un mes de dejar las filas y las armas
Para que en el cuartel de marras te digan: aquí no te conocemos.

Nadie entenderá jamás tus pensamientos,
Y tampoco llorará contigo tus sufrimientos.
Las alegrías que compartiste con tus hermanos de armas,
Quedaron recluidas y olvidadas en lo profundo de sus almas.

Atrás quedaron las tardes de tertulia alrededor de una fogata
Compartiendo un pan negro y frijoles fríos de una vieja lata.
Las canciones alegres al acorde de una guitarra,
Las risas y bromas de los adolescentes camaradas.

Maldita guerra! guerra de mierda!!! 
Nunca serás justa por donde se te vea.
Siempre serán los niños de cuna pobre
Quienes mueran por tus manos y en tu nombre.

Caminando entre las sombras y olvidados por el tiempo,
Empapados hasta los huesos y muriendo de hambre, 
Entonando una canción de guerra para darse aliento,
Marchan a la muerte un grupo indómito de cachacos miserables.