Y fue ahí, no en segundos, no en minutos;
fue un instante no cualquiera.
Te tuve oh! ninfa de todas las fuentes veneradas.
En el velo de dalia, en ese entonces,
eras de mi posesión tridente del placer.
Y en ese entonces, llego el celaje oscuro
que eclipso el panteón de las pasiones.
Era el, era el y tu con desparpajo fuiste desbocada a su encuentro.
Traición, me vi crucificado en la frente de Caín;
naufragando en el barco de Caronte.
Pude haber destilado tu sangre pura
entre mis labios, estrujar el escote, saborear y consumirte.
Mientras sentía repartir mis entrañas en un banquete eterno,
y gotear el frío vapor del crepúsculo en el dolor
que dejo tu rastro en cada yaga.
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