Al amor de mi vida
Al amor de mi vida me gustaría decirle que cuando lo conocí, el contexto para mí fue algo extraño, atípico, inusual e incluso raro. Sin embargo, seguía preguntándome qué me llevaba a mantenerme cerca de él, qué me atraía y por qué ya no quería ni podía alejarme. Luego, con el paso de los días el sentimiento extraño de por qué seguía no pudiendo alejarme, dejó de ser lo más importante. En ese instante, sólo importó que estaba atraída a él, a ese chico de mirada linda, de sentimientos genuinos albergados en su alma, alguien que jamás pensé conocer. Fue entonces, como sin saber exactamente cuándo, empecé a enamorarme de él, de su esencia, su alma, de lo que realmente es.
Me enamoré de lo que podía decirme con la mirada, la cual decía mucho más que cualquier cantidad de palabras. Con el tiempo me decía muchas cosas con la mirada. Algún día me decía lo mucho que me amaba, otras me miraba y me decía que me extrañaba; a veces era tristeza, de la distancia que nos separaba; ansias, de atravesar la pantalla. Otras veces era mucha alegría, y hasta alguna mirada pícara y me envolvía en una especie de gesto que me atrapaba, mi corazón seguía perteneciendo a él cada día.
Su sonrisa, su hermosa sonrisa, me alegraba incluso el día más duro, me transmitía su dulzura y cierta inocencia; y a veces sus nervios, en especial al principio de aquellos días cuando no sabíamos qué esperar de esto o incluso de nosotros. Su sonrisa me reconfortaba y hasta el día de hoy lo hace, lo amo mucho. Solo eso, solo una sonrisa de él me alegra los días, me encanta verlo sonreír, me gusta su sonrisa alegre, su sonrisa traviesa e incluso su sonrisa en el mayor momento de necesitarnos, de tenernos, esa especie de sonrisa que dice \"Te extraño, pero sé que pronto estaremos juntos\" su sonrisa de añoranza.
Su alma es especial, es linda, genuina, pura, tan distinta a otras almas. Guarda un sin fin de emociones, de muchas vivencias, algunas buenas y otras malas, y me encanta que sonría a pesar de lo malo. Es fuerte, lo es, pero entre eso, también es sensible, tiene cierta fragilidad que descubre su ser, y eso lo hace tan humano.
El amor de mi vida es tierno como ninguno, amo su ternura, su sensibilidad a las cosas que lo rodean, a las cosas que le importan, su sensibilidad para amar; y aún siendo tierno y sensible, también puede ser duro y firme para tomar ciertas decisiones.
Es alegre y también enojón, tiene la facilidad de enojarse con cosas sin mucho sentido o razón, pero me hace amarlo, querer besarlo y sacarle el mal humor. Su enojo es parte de su personalidad. Me gusta que sepa amar, que sepa respetar, que le importe tanto como a mi la esencia de las personas, los valores y los sentimientos incanjeables.
A pesar de todo, de todo lo que es el amor de mi vida, sé que no es perfecto, sé que hay cosas que aún no conozco, sé que hay cosas de él que no me gustarán del todo, y aún así no lo quiero cambiar.
Es tanto, tiene de todo un poco, a veces un poco de contradicción, ¡y lo amo! Lo amo tan perfecto e imperfecto, con sus buenas y malas cosas, con sus contradicciones y coherencias.
Lo amo con su dulzura y con su enojo, lo amo cuando es fuerte pero también en sus momentos de fragilidad.
Lo amo en sus días de alegría y también de tristeza. Lo amo con sus aciertos y desaciertos. Lo amo, lo amo locamente, amo cada cosa de él, amo su alma infranqueable, amo su ser especial.
Gracias por cruzarte en mi camino...
Paulina.-