Madre pura, eterna dicha que me diste
al lanzarme en este mundo,
donde la lucha interminable me persigue
sin dejarme disfrutar del infinito.
Espacio abierto que nuestra tierra pisa
en su vagante errar eterno.
Mientras el humano trabajando aprisa
destroza su natura hechiza.
Mundo que volando aprisa
intenta deshacerse de lo humano,
dejando abierto un paraíso cierto
antes de que el civilizado mono
convierta todo en un desierto.
Quedando un globo triste
como refugio en la Vía Láctea
de piratas espaciales,
que azotando nebulosas infinitas
la vieja tierra la utilizan
en sus andanzas estelares.
Otrora fuente de una vida dicha,
que dejó el humano abandonada
en su partida estelar a otra galaxia,
que lo cobije de la ruina de un planeta
que quedó frustrado,
porque esperaba más de los humanos
en sus cortas vidas de civilizados
Antología: Aires de Libertad
Centro de Estudios Poéticos
ISBN: 84-609-3376-8
Madrid, Diciembre de 2004