Las inclemencias del cuerpo
se jactan de la labor cruel
que ejercen de continuo
mañana y noche se esfuerzan
en desmembrar los yacimientos
de vida que quedan.
Aunque el sol trate de penetrar
en tus ajadas pieles, es inútil,
pues tu armadura esta tan oxidada
que lo único capaz de retener es el frío,
ese febril recuerdo del calor
de los días pasados no es mas
que un cosquilleo para el témpano de hielo
en el que te has convertido.