Se marcha el momento en que decidí
Ser árbol y trino, moneda del sueño...
Se ha tornado en aire la noche de abril,
La laguna blanca... El nombre del trueno.
Un soldado soy pero sin mañana,
Sin atardeceres o fusil de asalto.
Como los jinetes en las yeguas zainas
Las aguas se mecen cabalgando el canto.
Quisiera poder armarme de un hilo,
Degollar palabras, secretos e insomnios...
Salvaguardar selvas, perfumar mil lirios
Y ser un infante... Balancín de otoño.
Se quiebran las hojas en los charcos llenos
De reflejos, sombras y claras mareas.
Se tiñe el ocaso cual caballo negro
Que danza en el viento persiguiendo estrellas.
De cuando fui niño me queda la Aurora
Que expande sus dedos, me toca y de pronto
Me convierto en lluvia que agita las rosas
Que surgen y colman los prados colosos.
Me di al aguacero, solté mis abriles,
El blanco febril de tu suave rostro...
El paso paciente de los adoquines
Que van a los niños... Balancín de otoño.