MIS MANOS
Mis manos quemadas, quizá como el corazón tengo. Marchasteis me he quedado con vuestro recuerdo e nada más. Casi todos que tanto amaba e me daban calor humano, confianza, alegría e amor, ya no los tengo. Hoy miro para mi compañero e pienso que ya no estaré aquí cuando llegue su jubilación e podía tener su compañía todo el día.
Lástima de mí, pobre creatura, que no supo coger de la vida, tantos regalos por inocencia, distracción, miedo por algo fue. Quizá en mi destino no estaba señalado. Un olvido de Dios.
Mil amores de tanta variedad que representa esta palabra tan pequeña, poco tuve.
Hoy triste e desorientada, hablo al vacío, que me acompaña sola, con ellos desahogo. Lloro, sin pena ni gloria, estoy casi terminando mi tiempo de ser aun la misma.
Sola me lastimo, me acuso. Reprocho mi poca coraje, sola amo tanto, olvido por momentos lo que soy, vuelvo mucho atrás en el tiempo e casi siento a quien tanto me ha dejado este dolor inmenso de no los tener aquí.
Esto es la vida, esto es la realidad. El dolor físico pasa, el que sentimos mui dentro de nuestra memoria, en nuestro pecho, nunca se va.
Ilusión, es todo lo que he sido e soy. Ternura violada por la vida en que viví. Seguro que no era esta. Otra más sencilla, dulce, leve como una pluma, bailando en la brisa primaveral, sería mi sitio. Sin tiempo, horas, compromisos, solo un piano tocando mis melodías, envuelta en mis sueños, leyendo y escribiendo, mirando para allá de las montañas, el poniente, la belleza del sol entrando en el mar y por detrás de la montaña, así, si, era mi sitio.
Como comediante, nada de esto demuestro a los demás. Para ellos soy alegre e casi fútil. Así vivo, y a los pocos voy muriendo.
Por todo esto hace ya tiempo que no mando nada, desnudé mi alma e asumí que casi nada ya puedo esperar de felicidad.
Oporto, 26 de Enero de 2016
Carminha Nieves