Horas vacías
bordadas con luces tornasoles;
vientecillos frescos
que golpean la cara
para despertar del ensimismamiento;
susurros de hojas
intentan ganar protagonismo
al trino de los pájaros
en franca algarabía
por el retorno a sus nidos.
Crepúsculo...
El beso del día
que saluda a la noche.
Un guiño del sol
coqueteando a la luna.
Y las horas vacías se llenan
y se derraman
con las maravillas del Creador.