Estuve en tu departamento.
Llegué... como tú me lo pediste.
No acompañado por el amor
de mi vida.
Pero sí por el amor de mi sangre.
Tu invitación
ha sido algo increíble.
No muy común en estos tiempos.
Nos facilitaste
unas semanas inesperadas.
Personalmente debo reconocer
que has mostrado
tu corazón de oro.
Nunca en la vida
lo habías hecho,
me dijiste.
Pero hasta el final de mis días,
he de agradecerte
estas semanas de vacaciones
que nos has brindado,
a mi hermana y a mí.
Lamenté no haberte visto.
Lamentamos no pudieses
estar con nosotros.
Soy un agradecido
de tu gesto
de amistad y solidaridad.
Las buenas acciones
hay que brindarlas en vida.
Ellas hay que agradecerlas
hoy... cuando aún
estamos con vida.
Lamenté mucho no poder verte...
pero nunca he de olvidar
lo que tú nos has entregado
con el gran y absoluto
sentimiento de amistad.
Lograste la paz
que necesitábamos.
La alegría de poder
estar en esa Mar del Plata...
la cual nunca
he de dejar de amar.
Tres semanas que fueron necesarias
a mi vida y a la de mi hermana.
Quiero, nuevamente,
que lo sepas,
agradeciéndote,
e invocando tu nombre...
Pina...
amiga de hace pocos años,
pero es como si nos conociésemos
desde que nuestros ojos
vieron las maravillas
de este mundo argentino...
Hugo Emilio Ocanto-
27-01-2016