Dime si las últimas estrellas de la noche coinciden con el surco de tus manos.
Si tu cuerpo maravilla aún a los habitantes más antiguos,
si tu olor fue robado un día en que los pájaros del mundo cantaban breves sinfonías
para tu corazón que se derramaba en momentos tangenciales y breves
cuando escuchaba mi pequeña voz, llamándote.
Reconozco la impresición de un sueño siempre repetido,
lejano,
como una mariposa cazada en los albores de la historia,
donde estás tú,
sonando en el piano una oración distante que parece murmullos, quejidos y besos.
Hay un niño que en su pluralidad de intenciones habla con el agua,
anda y desanda caminos,
crece cuando el viento lo mutila.
Me iré de tí cuando las duras exequias de la noche
acudan a repetirme lo que demasiado sé:
te amo, más aún cuando estemos partiendo.
G.C.
Direc.Nac.del Derecho de autor