Hermosa joven
de cristalino azogue...
te enamoras adornada
de tristeza,
entre lánguidos altares
te adormeces...
melancólicamente bendecida
por lo absurdo de su olvido,
y ardorosamente
lacerada...
por la gracia inalterada
en la alberca del destino.
Augusta y venerable
dama castellana...
de pasión advenediza,
entre auroras
muy despacio
te licúas...
de románticos placeres
palideces,
melancólicamente
lacerada
de agua pura...
entre páramos cantores
por la gloria inalterada,
por lo estéril de su arbitrio.
¡ Oh Segovia
bella dama castellana...
de los ríos Eresma y Clamores,
palatina cortesana !
Melancólicamente
te me vences de tristeza...
entre pálidos altares
compungidos,
lacerada a tus ensueños...
te me viertes lentamente
entre aguas bendecidas
de pureza,
por el ave descuidada
en lo herido del latido.
De inabarcable labio
tu fortuna se alimenta...
de melancólica
y ardorosa llama
tu belleza se regala,
entre glaucas
soledades...
por el frío bendecidas,
de epicúreos
labrantíos...
lacerados vanamente,
por el labio
inalterado...
en lo ambiguo
del latido.
¡ Oh Segovia....
augusta y venerable
dama enamorada,
melancólicamente encadenada
a su tristeza... !,
entre tórridos altares,
te me vences... bendecida
entre estrellas plenilúnicas,
entre etéreas
soledades...
te alimentas,
muy dulce
y temerariamente
inalterada...
por la gracia
inasumible,
en lo absurdo
de su espino.
AUTOR: JOSÉ A. PANIAGUA MARTÍNEZ.