»No codicies la casa de tu prójimo:
no codicies su mujer, ni su esclavo,
ni su esclava, ni su buey, ni su asno,
ni nada que le pertenezca.»
Soy tu triste pecado,
soy tu infierno y soy tu gloria.
Soy la ambigüedad, soy tu verdad.
El dolor que impide tu felicidad.
En Sinaí se decidió tu destino.
Te queman las llamas
de un deseo impuro
que de ser cumplido
te llevará hasta el cielo,
para en un segundo,
morir en el infierno.
Me quieres contigo,
pero un pacto te obliga
a mantener el pudor,
para cumplir con la ley de Dios
Tal vez sea un deseo impuro,
pero estás dispuesto a revolucionar tu mundo.