Cautivo de las ultimas venas sin sangre
de los mismos pulmones sedientos de aire
de las severas conexiones que pierdo
de las mismas redes depende mi cerebro.
Del día hago un ayer de pensamientos
si ya ni recuerdo cuando oríno o deféco,
en los momentos de futuros disfruto
aunque no sea real todo esto que siento.
Cautivo de las pieles de la costumbre
admiro por debajo como nacen los cerros
y el caudal de sangre vuelve a ser
lo que deletreaban los latidos del suelo
antes que consumiéramos su recuerdo.
Volver al campo atrapado en el desierto
es el martirío de quien recíen a nacido
luego de una vida ordeñada y ordenada
por quien de crisis fantásticas se alimenta
por quien precio nos pone en el silencio.