Bello paisaje del mar
salpica en suave oleaje
y en su manto pretencioso
viste el azur de ropaje
cuento una a una las arenas
y se desvanece el mito
de incontables en mis dedos.
Voy pillando las espumas
antes que se desvanezcan,
olas persiguen mis pasos
y tan ávidas los mojan
pero no logran mojar
aquellos pasos andados.
Derrumba erguidos castillos
y corazones desiertos
o de parejas flechados
que uno y otro iluso, en la
playa han garabateado.
Caracolas recostadas
picaras guiñan sus ojos
y se alteran mis sentidos
que van poniéndose flojos.
Abandono entre las aguas
mis tristezas y amarguras
me lleno de su frescor
y porque aguarda mi amor,
dejo arena, playa y mar
y a un verano que habitual
muy ufano se queda, en
su terco sabor a sal.
Lebusla
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