Tus ojos cantan primavera
de lluvia azucena y de azul topacio,
y adorna de blancura tu sonrisa
como trasquiladas ovejas sin mancha;
así la locura se calma
con ganas de ser niño que no grita,
así he de buscar agasajarte, con los ánimos de urgencia
porque la miel una sola vez es derramada.
¡Al verte!
se me antoja como de quererte los días
donde celosa la aurora aguanta encontrar su escondite.
¡Al solo verte!
suenan los cantares al oído,
el coro de una unión de claveles,
el crujir hermoso de sedienta armonía.
¡Oh, se agita mi espíritu y brota una flor de gracia santa!
Has que tenga ganas de ti, belleza de arpegios,
de un sueño imposible, de pléyades en gala.
Hazme presa de tus encantos,
que no pase voraz el goce, sin estar sediento de tus ganas;
y ese cosquilleo en tu vientre
¡Por favor que no pase!
ni el compás de tus labios.