… Y en la noche, pensar, donde estará ahora mi adorable y amada ciega que una noche, amaneció, siendo mujer en mis anhelados brazos con un beso de amor en su labios y una flor sobre su pecho …
syglesias
Presenta
Mi Adorable Ciega:
Era una noche de verano, hacía mucho calor y decidí entrar a tomar un refrigerio en el restaurant de la esquina y desde que pasé sentándome a una mesa me percaté que una dama me miraba persistentemente sin apartar su mirada y aunque me hacía sentir algo incómodo por su perseverancia, reconozco que tenía unos hermosos y llamativos ojos glaucos, pasado ya unos minutos dije en voz baja, si dentro de cinco minutos más, no aparta su vista de la mía, me le acerco lentamente a su mesa y la convido a una copa…
Una copa que no se hizo mucho esperar al agotarse esos minutos pensados y acto seguido me incorporé del asiento de mi mesa, hiendo a la suya que no estaba muy lejos y saludándole le pregunté si esperaba otra persona, respondiéndome que no, entonces pregunté nuevamente usted permite que arrime una silla para invitarle a tomar una copa de vino y después de meditarlo un segundo, dijo está bien y dando las gracias, ordené al mesonero el mejor vino que tenía la casa, notando que esos bellos ojos verdes casi no pestañaban…
No pestañaban como dije, prosiguiendo con la historia, parecía que seguían la voz, transcurrieron algunas horas, cuando le dije es usted una mujer bella, atreviéndome ahora a indagar íntimo, si tenía novio o era casada, respondiendo que no y las mismas preguntas me tocaron responder en su momento a mí, con idéntica respuesta, luego ella sin avisar extiende sus brazos y con sus manos suavemente comienza a palparme el rostro, como dibujando un patrón detallado por semblante en su mente, quedándome en silencio, frente a ella...
Frente a ella, parecía comenzaba a desvanecerse la neblina por soledad de su mundo, esperanzada, al ver una sonrisa de blancas perlas asomarse en su sensual boca, mientras sentía sus frágiles dedos acariciarme con mucho cuidado la piel de la cara para no hacer ningún daño y si previamente pestañaban poco en estos momentos lo hicieron mucho menos, cuando sin esperarlo tome sus manos con mis manos acercando medio metro mi rostro al tuyo, para con mis labios besar sus húmedos labios en un largo y profundo beso inesperado…
Beso inesperado, que marcaba el renacer de una relación de noviazgo paseando juntos por el parque, donde se te veía una mujer feliz, sin limitaciones a la que la vida hasta le había dado la oportunidad porque no decirlo con orgullo de lograr una relación, caminando al compás que marcaba en el piso tu bastón, recordando siempre al pasar el árbol en cuyo tronco tallé aquel corazón flechado con la inicial de nuestros nombres dentro cuando nos dimos el sí, Tú enamorada y Yo enamorado de la mujer amada que pensaba sería mi flor…
Mi flor querida que con el pasar del tiempo la lleve al altar, cumpliéndole el sueño de niña, que un día un hombre de bien vendría de lejos a su encuentro pidiendo su mano caballerosamente en matrimonio, llevándosela por la puerta grande de su apartamento que de soltera tuvo de años a una gran casa de ventanas abiertas, donde la luz del Sol entra cada día al amanecer, escuchando el cantar de las aves y el río correr atrás en el patio, hoy tus sueños pueden ser si deseas, míos de cabeza sobre tu anhelado pecho desnudo, amándote…
Desnudo, amándote quedé dormido una noche y al despertar, me vi solo en una cama, preguntándome, a donde se habrá marchado la flor que con tanto amor amé, dueña y señora de este corazón solitario que ahora sufre por la ausencia, añorando tu presencia habida en mi vida en la cual dejaste huellas imborrables por historia que jamás podrán ser olvido, regresa pronto a casa por favor Yo te lo pido mi niña, porque vivir sin ti, no puedo por más que me lo proponga, por no dejar de pensarte un sólo instante al ser Tú la razón de mi triste, existencia.
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Sergio Yglesias García
Caracas, 29/01/2016 12:15 PM.