No puedo evitarlo.
Tú siempre estás en mis pensamientos.
Disfruto más escuchando
el sonido de las aguas,
estando mi mente
pensando en ti.
Siento en mi cuerpo
y en mi corazón enamorado,
tu presencia, amada mía.
Es tal mi felicidad
que desearía gritar
esta gran emoción
que siento.
Contemplo las aguas
y siento en mi piel
el calor de las rocas,
como si fuesen tus brazos.
Mis ojos contemplan
el límpido y celeste cielo,
sin una nube.
De día y de noche
te pienso... vida de mi vida.
Soy... ¡tan inmensamente feliz!
Derechos reservados de autor
Hugo Emilio Ocanto
30/01/2016