Que el dulzor en la boca es efímero,
la fractura del alma es alargada
y el desazón en la lengua fue certero
como el cristal de la mirada opacada
de sollozos que no son, sino intención
por mantener de la cabeza la razón
y del futuro la verdad inmaculada.
¿Quién fue el sicario de las quimeras,
que ahora los recuerdos huyen perseguidos?
y buscan en los sueños las trincheras
para no ser muertos o perdidos.
Fue el fiero silencio del otoño
que seco de las sonrisa el retoño
y los corazones hizo enmudecidos
que palpitan con la celeridad del caracol
y oyen, y se estremecen con el canto del sopor.
Fue primero el amor concebido como estopor
del dolor. También la boca y su alcohol.
Fue primero la mano, que la voz,
para que los actos tuvieran mayor alarido
que el sonido de mil voces vanas.
Fue primero el amor que corre en pos
del corazón baldío hambriento del herido,
que encuentra al amor en canas.