Tu querida verdad relativa,
Sin principio ni salida,
Dimos por muerta nuestra infancia continua,
Solo murió la inocencia de las mentiras verdaderas,
Sin vergüenza ninguna,
Con la verdad como única mentira.
Dimos por muerto nuestro corazón,
Solo se hirió la parte mas profunda de la razón,
Dando amor por cada esquina,
Sin miedo a que cupido no atine,
Sin dos dedos de frente,
Para mostrarle tu corazón a la gente.
Y porque no dijimos basta,
A crecer, para vivir sin complejos,
Sin miedo a no tener pasta,
A no vivir rodeado de espejos.
Y querida infancia mía,
Devuélveme la vida o muere hasta la muerte,
De tanto querer querernos nunca supe quererte.