Me recreo con el cántico del abismo
que dejé de lado; debo confesar
que no consigo decir algo coherente
cuando la gente me abuchea,
cuando miro al pasado y me veo
en estado sólido-embriagado.
Pasa el ostentación y los viajeros son linces
con ideas de hombres.
No tengo más que una hoja en blanco,
dos dientes postizos
y siete objetos penitentes que me aseguran
el Fin de lo Definitivo.
Reconozco haber sentido un puño
dentro de mi cráneo; también hice de “juguete barato”
en el Circo del Poeta Indecente;
construí pantanos en líquidos de gollería,
dispuse de tu corazón cuando ya no poseías huellas,
rompí a llorar en medio de la añublada noche,
recogí del suelo un paquete de cigarros,
soporté una banda de piratas en mi hígado,
di lo que no me dieron…
Con los años perdidos en años,
a secas anhelo un futuro de ciclos
que no volverán de ningún modo.